Ante una crisis de angustia, ¿a quién recurrir?

Por un lado se puede recurrir al sacerdote, al rabino, al profesor, al compañero, a los padres o a las amistades. Aparecen también como respuesta múltiples recomendaciones: masoterapia, terapia holística, ayahuasca o veneno del sapo, Thai-Chi, tener un hijo, salir a correr, hacer ejercicio,  etc.

Por otro lado, hay quienes recomiendan ir con un profesional. ¿Con quién…? ¿El doctor de cabecera de la familia, el psicólogo, el psiquiatra, un psicoanalista? Supongamos que llegamos a este punto y elegimos al psicoanálisis, pero ¿de qué orientación? ¿De los que votan por Ana Freud o Melanie Klein? ¿Los culturalistas o la orientación de la teoría Freud- Lacan? ¿La corriente de Víctor Frank, la de Fritz Perls, la de Jung, la psicología transpersonal…?  

De frente a este gran abanico de posibilidades, propongo hacer del deseo y la palabra nuestra guía, nuestro “mecate” de Ariadna en este laberinto yoico, evitando la falsa salida de la manducación sintomática, hacia ese punto medular de la angustia que denominamos con Lacan el significante de la falta en el Otro.

Con nuestro carrete, al estilo de Perseo, en esta plática exploremos los terrenos de cuatro importantes escuelas después de Freud, a saber:  
“Ego Psychology”
“Escuela inglesa instintivista”
“Escuela culturalista” o “Freud marxista”  
Lacan o “Psicoanálisis lenguajero”.